No seré yo quien niegue el poder de unir y de socializar que tienen las redes sociales, ni la capacidad que tienen para conectar y estar informado sobre contenidos que te interesan tanto de medios como de personas.
Aún así, como todo en la vida, los excesos y superar los límites pueden llevar a cambiar totalmente lo positivo en negativo, y esto es lo que nos muestra el siguiente corto bajo el nombre “A social life” escrito y dirigido por Kerith Lemon, que ha sido premiado en Australia y Estados Unidos y que hace preguntarnos si realmente vivimos lo que posteamos.
El corto impacta por su sinceridad y por una realidad en la vida diaria de la mayoría de la población mundial. Yo tengo mi opinión personal sobre qué debemos compartir de nuestra vida privada, qué debemos “regalar” a los Facebook, instagrams, etc y sobre todo tengo un interés especial siempre por intentar conocer qué motiva a las personas a compartir algunos contenidos y lo que realmente les mueve a ello.
Cada persona somos un mundo y cada uno lo contamos y lo compartimos como nos da la gana, desde luego, pero ¿compartir unas fotos a lo largo del día demuestra cómo es una persona o demuestra lo que quiere mostrar esa persona al resto?.
En cuanto a la adicción al móvil y la hiper-conectividad, no es nada nuevo, es un hecho que guste o no va a ir a más, ya sea con un dispositivo que llamemos móvil, con un chip que tengamos en la piel o con uno que nos inserten en el cerebro nada más nacer. Las datos son el futuro y el uso de ellos van a marcar y ayudar a “dirigir” nuestras vidas en un muy corto plazo.